Esta es la historia de Javier, profesor y Alvaro, alumno. «Veinte años dedicados a la docencia dan para mucho», asegura Javier García, filólogo vasco con experiencia en aplicar la Lectura Fácil en el ámbito educativo en euskera.

Da para muchas vivencias, aprendizaje, situaciones y casos complicados, alegrías y logros personales y académicos… Pero casi siempre bajo el misma paradigma educativo. Y es ahora, aplicando la Lectura Fácil en mis clases (no regladas), cuando me he encontrado uno de los casos que más me ha sorprendido, cuando creía haberlo visto “casi todo”.

Este es el caso de Alvaro. Y es el caso de cómo, aplicando esta herramienta en diferentes ámbitos y situaciones, se puede sacar mucho provecho, no sólo a nivel de comprensión y aprendizaje, sino a nivel de desarrollo personal. Alvaro es un alumno de 12 años, de origen ecuatoriano. El castellano su lengua materna. El euskera, su lengua académicamente “antagónica”, y más a esa edad, donde la capacidad de aprender un idioma no es la misma que con 2,3 o 4 años, y tratándose de nuestra lengua, siempre complicada sobre todo para el que viene de fuera.

Nos situamos: septiembre de 2014. Álvaro comenzaba el nuevo curso, exento de euskera, ya que no tenía ningún conocimiento del mismo. Pero no exento de la asignatura de “Inguru”, también en euskera (cosas del sistema). Se me planteaba el reto del año: conseguir que Álvaro llegase al nivel necesario para al menos aprobar “Inguru” y fuera aprendiendo el idioma. El orden lógico de aprendizaje estaba claro. Parece que en el colegio no lo estaba tanto.

Comencé, con unas clases básicas de euskera. Me sorprendió desde el principio la capacidad y velocidad de aprendizaje. Y llegó el punto en el que debimos abordar la asignatura de ciencias para no perder el tren. Obviamente, apliqué la Lectura Fácil como herramienta para que pudiera comprender lo que estudiaba, lo cual requería un nivel de comprensión bastante más alto de euskera, dada la asignatura.

Y mes a mes, las notas de Álvaro en esa asignatura subían como la espuma y . Me explicaba lo aprendido de una manera pasmosa. Frase a frase, siempre en euskera, pero de manera sencilla. Cómo yo le explicaba. Y llegó junio. Y como si estuviera predestinado, en el último examen del curso este joven, de aspecto despistado pero muy inteligente, consiguió sacar un diez. Su reacción y la de su familia se puede intuir.

Es el ejemplo de cómo, aplicando esta herramienta, se puede aprender un idioma de una manera rápida y eficaz, llegar a comprender cualquier texto por complicada que sea la temática…y en definitiva al desarrollo de la persona, que es lo más importante. Contrariedades del sistema a parte. Y si no, pregunten a Alvaro.

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