¿Qué experiencia hay detrás de un audio-libro?. Este tipo de materiales sonoros son beneficiosos para muchos lectores, tanto con discapacidad visual como con problemas lectores. La Lectura Fácil tiene también cabida en formato audio y algunos de los títulos editados en LF tienen su versión audio-libro.

Carmen Pardo, además de periodista, actriz y experta en lecturas dramatizadas, graba desde 2004  audio-libros para la ONCE. Nos recibe en su estudio de grabación «casero» donde ha tenido que acondicionar el espacio para conseguir  la calidad sonora y el ambiente necesario. Su equipo: un micrófono, un atril donde colocar los «libros en tinta», un ordenador portátil con un software especial (basado en el sistema Daisy) y lo más importante…su voz. Cargada de todo lo que ésta puede transmitir.

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Calcula que en estos años habrá grabado un centenar de títulos, una media de doce al año. En su mayoría novelas y ensayos, pero también libros de texto.

«Realmente, la lectura de éstos últimos es mucho más compleja, sobre todo a la hora de tener que contar con palabras una fotografía, un gráfico, una tabla con datos o un dibujo sobre anatomía». Disfruta más con la narrativa, al fin y al cabo es una historia en la que te metes con sus ambientes, sus personajes, su trama…reconoce haber llegado a emocionarse en alguna ocasión con una novela de amor y tener que parar la grabación.

Es una labor cansada, la voz se resiente y hay que mantener la intensidad. Dedica unas tres horas diarias, aunque el tiempo de las pausas, los errores y las repeticiones no contabilizan como trabajo remunerado. Un libro de unas 300 páginas puede tener una duración de doce horas de audio grabado.

Aunque muchos de los títulos no son libros que ella leería dice tener muy buenos recuerdos de algunos y de haber disfrutado de la calidad literaria de otros tantos.

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«Recibo cada libro con mucha curiosidad», asegura. De hecho, no hay demasiado riesgo de convertirse en un trabajo mecánico. «Todos tienen algo, un estilo, un tono que capto enseguida; eso me hace más fácil sumergirme en el libro y transmitir».

Resulta curioso escuchar como las grabaciones incluyen absolutamente todo aquello que está impreso en el libro. Desde el título de la portada, texto de contraportada, dedicatorias, hasta pies de fotos o datos técnicos (ISBN, fechas de ediciones, índices…). Incluso la bibliografía, de la que «hay que deletrear cuando son nombres extranjeros o complejos».

Conseguir hacer realidad esta ficción sonora  no se basa en otra técnica más que en la de la propia «lectura con sentido». Carmen reconoce que «la lectura neutra no existe, tú recibes el libro y eres el que graba pero también llegas virgen como lector». Asegura que sus mejores aliados son los signos de puntuación y la línea melódica del castellano.

«Esas reglas que algunos periodistas y políticos se han cargado; han desvirtuado el castellano en su versión oral». Aunque vivamos inmersos en la cultura de lo visual, para ella, un referente de la buena oralidad estaría en la radio y en el teatro. «En Estudio 1 se hablaba bien».

Los audio-libros no son productos exclusivos de un público con deficiencias visuales, sino que es un formato que permite «escuchar» una historia a cualquier persona en espacios o momentos distintos a los que utilizamos para leer libros físicos.

Así lo demuestra el desarrollo que los audio-libros tienen en otros países. Son los usuarios de la ONCE los que pueden solicitar a la entidad la grabación de los títulos, de manera que el archivo donde se reúne todo este catálogo de audio-libros es amplísimo y de lo más diverso.

Pese a disfrutar con su trabajo, Carmen tiene una espinita clavada. Y es que echa en falta el feedback de sus audio-lectores. Nunca ha tenido contacto con ninguna de las personas, que han podido disfrutar de un libro a través de su voz. Y le gustaría compartir sus experiencias.